
El Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido ha puesto en marcha entre los visitantes de este espacio una campaña para la recogida de datos de la mariposa apolo (Parnassius apollo), con la que se pretende colaborar con los trabajos de investigación sobre esta especie que lleva a cabo la Unidad de Investigación del Parque.
Se trata de una especie que era común en muchos sectores del Parque hasta hace aproximadamente 25 años pero que, en los muestreos que se están realizando últimamente, muestra un acusado declive. De hecho, está incluida como especie de interés especial en el Catálogo de Especies Amenazadas de Aragón.
La mariposa apolo es un lepidóptero diurno, fácil de identificar por su tamaño (la envergadura alar puede llegar a los 76 mm) y por su característica coloración blanca ornamentada de negro, rojo y gris.
Se trata de una reliquia viviente de la última glaciación conocida como Würn en Europa y que empezó hace 100.000 años y terminó hace 12.000. Desde su finalización, con el retroceso de los hielos hacia el norte, las especies adaptadas al frío también se desplazaron hacia territorios más septentrionales, aunque unas pocas se adaptaron a vivir en los sistemas montañosos del Sur de Europa aprovechando hábitats que reflejaban las condiciones que imperaban durante la glaciación.
Fotografía: Enrique Murría
Se trata de una especie que era común en muchos sectores del Parque hasta hace aproximadamente 25 años pero que, en los muestreos que se están realizando últimamente, muestra un acusado declive. De hecho, está incluida como especie de interés especial en el Catálogo de Especies Amenazadas de Aragón.
La mariposa apolo es un lepidóptero diurno, fácil de identificar por su tamaño (la envergadura alar puede llegar a los 76 mm) y por su característica coloración blanca ornamentada de negro, rojo y gris.
Se trata de una reliquia viviente de la última glaciación conocida como Würn en Europa y que empezó hace 100.000 años y terminó hace 12.000. Desde su finalización, con el retroceso de los hielos hacia el norte, las especies adaptadas al frío también se desplazaron hacia territorios más septentrionales, aunque unas pocas se adaptaron a vivir en los sistemas montañosos del Sur de Europa aprovechando hábitats que reflejaban las condiciones que imperaban durante la glaciación.
Fotografía: Enrique Murría
